El frío acecha en la calle
como un suspiro de alma ausente.
En la ciudad de tonos apagados
hiela mas la soledad que la nieve,
como el sentimiento moja mas que cuando llueve.
La gente camina por el barrio
y las ventanas de mi habitación
me siguen transportando al pasado:
y miro a la calle; soy yo
y escucho un grito; mi voz
Al final, la paz al odio destierra.
El hijo prodigo vuelve a casa
y el perdón mutuo de un hombre y su tierra
le hacen devolver a los pájaros sus alas
pues ya no necesita volar tras las montañas.
Arde el ciego velo del rencor
y aunque no haya arrepentimiento,
siento una suave esperanza en el corazón,
mientras el avivado fuego del deseo
da calor en este frío mes de enero.
viernes, 9 de enero de 2009
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1 comentario:
Quién pudiera ser capaz de saber tan atrevidamente cual es su ciudad...
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